En publicidad la imagen de la
mujer, sus estereotipos, su rol, son fuertemente alimentados de forma un tanto discutible, como ya he comentado otras
veces. Esta vez no hablo de las “mujeres florero” o de utilizarlas como reclamo
sexual, algo notorio a primera vista, sino de ángulos y detalles más sutiles.
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El oso de los seguros devora a una madre por celos de su relación con el padre * |
Por ejemplo, me fijé en el spot de Seguros Santa Lucía porque la
musiquilla que hace de hilo conductor me parece desquiciante, pero en realidad
si sigues la letrita de esa endemoniada cantinela, va haciendo referencia a una
cadena de apoyos que ocurre en una
especie de escala jerárquica familiar y que
va del último mono (el niño pequeño) a otro hermanito, de él, a la hermana mayor,
de ahí a la madre y de ésta al jefe de la manada o cabeza familiar, que claro,
es el padre.
Para rematar, al padre solo le
puede ayudar un gigante oso inmundo que da verdadero pavor, entre espanto y repelús,
pobre hombre. (Señores publicistas, dejen de usar mascotas, esto va también por
el erizo de los seguros, aunque lo cambien sigue sin ser “adorable”)
Como vemos en la “jerarquía”
familiar y social que construye la publicidad, la mujer está por debajo del
hombre, pero encima, el hombre tiene todo el peso de lo que ocurra, lo cual
tampoco hay que tomárselo a la ligera, tanta responsabilidad no es buena para
nadie: chicos, chicas, la igualdad real nos beneficiaría a todos.
Este tipo de asuntos, la imagen
que se alimenta del hombre y la mujer en los medios, las películas, los libros
de texto y en un largo etcétera, son importantes. Decir “trabajadores y
trabajadoras”,” alumnos y alumnas”, “miembros y miembras”, no.
Publicistas…un poquito de
voluntad por favor.
* La foto es de www.ifun.es