Un repaso por temas que interesan a amantes y delirantes de la comunicación

domingo, 31 de julio de 2011

Funciona, de maravilla



No pensaba que seguiría hablando de los tópicos de la publicidad, pero la nueva campaña de KH7 ha irrumpido en mi vida “como una ola” y me ha dejado tan estupefacta que no he podido dejar de reflexionar sobre ello.

Si anteriormente hablaba de que la publicidad usaba nuestros miedos, sueños y ansias de poder, cualquiera sabe que el gran recurso de la publicidad es el sexo. Como animalitos que somos, nos suele llamar mucho la atención.

Esta serie de spots de Kh7, están dirigidos por Bigas Luna; no es de extrañar que el mismo que consiguió que una escena de violación, se convierta en un kiki bien deseado en la película Bámbola, haya conseguido que quitar la asquerosa grasa de la cocina, sea una de las cosas más sensuales y libidinosas que nos pueden suceder.

Parece mentira que una vez más, los hombres no sepan demasiado cómo manejarse entre manchas, pero ahí está la chica para enseñarle el poder del producto, que no lo lleva entre las piernas, aunque cualquiera lo diría, lo lleva ¡en el bolso¡

El gran contraste me lo ha marcado el spot que he visto después, que a diferencia de lo apañada que es la mujer del producto limpiador, que se las arregla para que le desengrasen y limpien TODO lo que necesita con un abrir y batir de pestañas, nos muestra a una amiga que no tiene la Braun silk-epil7, ni tiempo para hacerse la cera -ni cerebro para buscar remedio-, por lo que no puede ponerse falda y en consecuencia imagino, que irá como Chewaka casi todo el verano y no creo que nadie se meta en semejante fregado, ni con el más corrosivo desengrasante. Esta pobre y tonta peluda, encima de no copular, tiene que limpiar la cocina ella sola.

Me habría parecido mucho más gracioso mezclar ambos spots, ver cómo un tio alecciona a una chica sobre cómo depilarse y luego se la come a bocados, pero a lo mejor, eso sucede el día en que alguno de los depilatorios se atreva a sacar un pelo en sus imágenes, de lo cual estamos bastante alejados, como así lo demuestra Edurne con su cera Veet.
Edurne, ¿para qué te depilas, si no tienes pelos, maja?

martes, 12 de julio de 2011

El poder de los miedos y los sueños


Que la publicidad juega con nuestros miedos y nuestros sueños, incluso con nuestros sueños aún no natos, latentes o inexistentes, es una obviedad como otra cualquiera, pero no deja de sorprenderme el descaro con que son utilizados, aún en estos tiempos, en que nuestras preocupaciones van cambiando sensiblemente hacía otras vías que creo, no se pueden satisfacer con productos, (a no ser que se trate de billetes de 500€)

La apelación al miedo está muy bien explicada por Michael Moore en la premiada “Bowling for Columbine”, destaco un momento en que, paradójicamente, el cantante de Marylin Manson, que por cierto, suele dar más terror que serenidad, habla de que la sociedad norteamericana está absolutamente dominada por el miedo: “compra Colgate, ¿tienes mal aliento? nadie hablará contigo, si tienes granos, no te tirarás a la chica, y no es más que una campaña de miedo y consumo” Hay mucho ejemplos de ello en la publicidad actual; ni la más escalofriante escena de “La habitación del pánico habría soñado nunca con algo tan excitante como la campaña de Securitas Direct, y para muestra, un botón. Eso sin hablar de otros miedos como resfriarte por no tomar Actimel, que te marginen por no tener un I-Phone, etc, etc

Otro reclamo es el poder, hay productos que te prometen sentirse poderoso, como los de coches, cuchillas de afeitar o el de Legálitas, en que un hombre, suponemos que venerable padre de familia, amedrenta a su joven vecino, baterista, con una demanda judicial por ruido. Vaya, si esto no es tener poder, el ponerle una denuncia a todo aquel que me moleste. Por qué voy a intentar llegar a un pacto con él, si puedo demostrarle todo el poder de mis abogados sin mediar palabra, por qué voy a soportar un concierto el fin de semana del Orgullo si puedo hacer que todo el mundo esté obligado a llevar auriculares y por qué voy a soportar a los indignados si puedo cargar contra ellos policialmente sin más.

Los sueños me los he dejado para el final porque, creo que casi nadie sueña ya con un cochazo, o con la piel tersa para conseguir a una chica. Los sueños que necesitamos, no nos los pueden dar, porque son siempre los mismos los que tienen el poder, y eso, nos ha hecho perder el miedo. Por eso apoyo a “los indignados” por eso yo también lo estoy. El sueño me lo quitarán, pero los sueños, no.